" Hola amiguitos. Algunos de ustedes puede que me conozcan y algunos otros puede que no. Y de aquellos que me conozcan, es muy posible que sea solo de oídas. Y aquellos que no me conozcan quizás deseen no hacerlo nunca. Ahora están a tiempo, pues no saben quién soy, pero les aviso: no digan que no les advertí. Mi nombre es Gabriel Escolano Constancio. Nací hace 43 años en un pueblo de la provincia de Zaragoza: Lumpiaque. Dicen que hay fósiles allí. Yo nunca los vi. Pero aunque los hubiera visto. A mi lo que me iba eran otras cosas. Yo me pasaba las horas en el Bar con el Venancio, el Antonio y compañía. Nos poníamos morados de priva y de fumercio. Unas cigarreras de faria pillábamos, que todavía hoy sufro las consecuencias. A mi me gustaba lo atroz, lo sucio. La noche, la repugnancia y las bragas sucias de una puta."
" Pero no estoy aquí para contar mi vida. Esto es solo una presentación así que hablaré de lo que hago hoy en día. En realidad no difiere mucho de lo que antes contaba. Yo me levanto con la calma. Con la calma que te da la resaca de cubatas de campeonato, cañas a porrillo y un gramito o dos para cenar. Me levanto y ni hablar puedo. Dejo pasar una hora en la ducha, y así cuando son la una de la tarde bajo a la oficina del paro. Pues para aparentar interés o dar penica. No tengo trabajo y es que me echan de todas partes. Me han acusado de todo: de robar tabaco, herramientas, dinero, de cagarme en el casco del capataz, echar la siesta en la hormigonera, escupir en los bancos del parque, matar palomos y guisarlos en plena Gran Vía,...la lista es bastante larga. Por todo ello soy conocido en las comisarias de la ciudad. De hecho uno de mis mejores amigos y colega de parranda es comisario. De buenas me ha librado el pájaro."
" Mis hijos no quieren ni verme. Dicen que mi voz les da miedo. Que mi mirada les inspira repugnancia y que siempre huelo a colonia güisqui de furcia empapada en aroma de faria. Ten hijos para esto. Yo que lo he dado todo. Que durante un año dejé de salir por las noches. Eso si, en cuanto al primero le salieron los dientes, adios muy buenas me bajo al bar porque esto no hay Dios que lo aguante. Y claro, me echaron de casa. Por suerte ya no vivo en el parque y tengo mi propia casa que comparto con unos compadres bien majos, aunque yo antes de salir de casa echo un buen cerrojo a mi habitación. Allí guardo mi tesoro: la discografía completa, original y en vinilo de mi artista favorito; el genio. Lo mismo te hace un solo de guitarra, que canta, baila, se viste elegante, toca la batería o el teclado. Hablo, como no de Prince. En realidad es todo lo que tengo. El resto de las cosas que valoro en la vida me las meto por la nariz."
"Actualmente frecuento siempre el mismo bar. Allí de vez en cuando me ponen al rey, Prince y yo me pongo loco y le digo a todo el mundo que ese tio es un genio y que venga otro tubito pa´l cuerpo. Oye, que me voy al baño, tu pónmelo. Y llego del baño y no hay nada en la barra. Cómo que tengo que pagar. Fiame hombre. Joder tio, mañana lo pago, no me hagas esto. Venga, ahora vienen las lagrimillas. Me derrumbo y lloro como una niña con mi voz que es más bien la de un perro que suplica. Que suplica un poquito más, un poco de piedad. Mis cuerdas vocales están destrozadas. Por la faria, por mis intentos de imitar a Prince, por la farlopa que me meto. Mi garganta es áspera como un tronco de encina. Mi voz asusta a la gente. Bueno, mi aspecto también. Llevo una camisa color salmón, medio sacada por fuera y desabrochada para dar al mundo una imagen más deprimente. Por mi voz, ronca y áspera algunos en el bar me han puesto un mote: Ronco Varela. Les veo descojonarse de risa mientras se remojan en cubatas selectos. le dice siempre el uno al otro: El mejor mote de la historia, macho"
"Este soy yo, Gabriel o Ronco Varela. Lo que prefirais. Solo soy un monstruo. Un desecho social. Un subproducto. Una mierda alienada absolutamente inútil. Para nada valgo, ni para trabajar ni para animar a nadie a hacerlo ni para ofrecer una reflexión productiva. Y es que solo se beber y beber y esnifar y esnifar y de vez en cuando, si llevo pasta o le echo jeta me voy de putas. Me gustán las que van sucias, de la calle. Quizás por que me recuerdan a mi madre. Pero soy algo. Soy una lección. Soy la prueba viviente de que hay gente, como yo, incapaz de hacer nada bueno con la vida que se les da. Por lo tanto os suplico: ¡¡esterilizarme a cambio de un tubito!!"
El Biblioburro
Hace 12 años