domingo, 29 de junio de 2008

ENTER

Había una canción que decía "para empezar, diré que es el final". Una clásica, supongo que todavía válida, contraposición de ideas. Pues yo para empezar diré que es el final. El final de todo. La hecatombe. El momento del salto. Ya soy un internauta con derechos y espero que sin obligaciones porque ya bastantes tengo cuando pongo un pie en las calles de este bendito país.
Trabajo como todo el mundo. Tengo sueños como todo el mundo. Me gusta el picante y la cerveza como a casi todo el mundo. Se diría que soy un tipo de lo más vulgar. Uno más. Del montón. Sin personalidad. Un bobochorra vamos. Toco la guitarra y acostumbro a echar una meada cuando me estoy duchando. Me saco los mocos y de pequeño soñaba con hacer grandes conciertos. Ahora despacho alertas como quién despacha pan y leche. A mansalva y sin andarme con miramientos.
Me centro y me concentro y me expando en mis pensamientos. Mentalmente divergente, dicen. Ni idea que es lo que quieren decir.

Hotel Conrado no es esto. Existe de verdad. Hay uno en una isla casi desierta. Uno de esos lugares donde uno esperaría ver a un ex-novio de algunas de las spicegirls (la del chandal ni de coña porque esa seguro que es torti) tocando la pianola. El otro, oculto en los Pirineos. Paraiso de soledad, tranquilidad, abismo de locura a veces. Museo etnológico del olvido y pan con el que da gusto untar. Aparte, ahora lo he convertido en Hotel cibernaútico. Chisflástico.

Sed todos bienvenidos. Soy un heredero de los 90 ansioso de que me vean. Obsesionado con que me lean, con que me escuchen, preso de mi megalomanía frustrada. ¿Dónde estás Andy Warhol y tu profecía? ¡Yo también quiero!. Soy un enfermo más. Venid, oid, escuchad lo que os digo: No os llevaré a ninguna parte, no os enseñaré nada nuevo, ni siquiera os invitaré a una cerveza. No habrá barbacoas en el Paraíso ni nínfulas tocando el arpa. Qué habrá entonces. Pues eso ya es otra historia............

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