lunes, 23 de febrero de 2009

YOU TALK

A mi también me gustaría arrebullarme en un sillón rojo, bien acolchado, cómodo y tener un vasito de agua al alcance de mi mano sobre una mesa de cristal. Yo también haría arquivoltas filológicas y paseillos del lenguaje. Jugaría a los malabarismos con diversos vocablos, retorciendo el significado de cada palabra, regodeándome en mi verbosidad. Hablaría de esto y de aquello y de nada en particular. Daría respuestas vagas y elogiaría la labor de mis compañeros, delegando autoridad en cualquier otro siempre y cuando me conviniese. Donde dije digo digo Diego y todos tan contentos, porque a mi no pueden pretender juzgarme por algo que a todas luces fue una mal interpretación por parte de algún desaprensivo.

Todos hemos oído cosas y visto otras tantas, por tanto espero que entienda que no haga referencia explícita a ninguna de ellas. No es mi intención vaciar de contenido mi intervención, pero de alguna manera hay que llenar el tiempo y todo el mundo entenderá que mis palabras son tan válidas como las de cualquier otro. Pues no es más sabio el que calla ni más tonto el que no dice nada a las claras. Es con esta premisa con la que me justifico y por la se deberán de juzgar mis palabras mañana por la mañana. Pero desde luego no por mis actos pues es todo un proceso largo y complejo que no se puede evaluar de forma precipitada. Ese es el juego democrático y las reglas con las que jugamos y que todos, yo el primero, debemos respetar. Con esto solo estoy pidiendo una oportunidad. Apelo a la buena fe y a la buena voluntad de la gente pues tengo el firme convencimiento que cada cual es muy capaz de formarse una opinión más o menos veraz de la realidad de las cosas.

Realidad que no es otra que esta misma que estoy expresando con este discurso. Es importante que la gente entienda que estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para ayudar a todo el mundo. Deben de saber que nadie va a estar solo ni desamparado. Pero entienda que es una situación muy compleja y que pasar a la acción llevará tiempo, aunque le avanzo que lo vamos a hacer y vamos a salir de esta incómoda situación. No tenga ni la más mínima duda de ello. Ni usted ni nadie. No se trata de levantar cortinas de humo. No. Vamos a salir adelante y pronto, les auguro que veremos la luz del túnel. Unos dicen que era mentira, pero es falso. Los datos son los que son y son puramente objetivos. Otra cosa es que se hagan previsiones erróneas, pero bueno, todos somos humanos. Pero sepan ustedes, que a pesar de todas las adversidades que ahora tenemos que afrontar, no vacilen ni un solo segundo, y sepan que tienen todo mi cariño y comprensión. Eso si, las cosas son las que son y yo no puedo ser más papista que el Papa.

Esto es a grandes rasgos lo que se escuchó en la entrevista de ayer por la noche en televisión y a hora de máxima audiencia a nuestro querido presidente del gobierno. Hablar sin decir nada y delegar en todo sin mojarse lo más mínimo. Y es que estamos en período de elecciones y echarse al agua con lo fría que está es una misión suicida. Bendita democracia nuestra donde un señor que ostenta el poder me hizo perder 30 minutos de mi valioso tiempo con la esperanza de ver algo interesante. Nada de nada. Ingenuo de mi. Lo reconozco, la culpa fue mía por encender la televisión. Admito mi error, pero una vez cometido el pecado he sentido la necesidad de redimirme. O mejor, de resarcirme. Así que hablo y hablo pero yo no digo nada. Chitón.

viernes, 20 de febrero de 2009

ABOUT A CASTLE, A MURDERER AND THOMAS DE QUINCEY

Thomas de Quincey escribió en 1826 un tratado acerca del crimen titulado "El asesinato considerado como una de las bellas artes". En el se despachaba a gusto acerca de como reacciona el vulgo ante un crimen que de forma inesperada se convierte en tema de conversación de comadres. El populacho, inculto y zafio, se preocupará por el asesinato en si y por la víctima. Los buitres carroñeros que representan a la mayoría de los periodistas arrimarán su sardina a tan jugosa ascua, de tal manera que el tema pasará a ser asunto de Estado. Comidilla de esquina, charla de salón de peluquería, chismorreo generalizado y opiniones vertidas sin ton ni son a los cuatro vientos. El señor de Quincey decía que el artista, el poeta o aquel con cierta sensibilidad miraría a otro lado. Al asesino. Miraría en su mente, en sus tormentos, en su infierno. Allí es donde posará la mirada. Donde el hombre sensible encontrará el deleite del horror.

Más allá de consideraciones de este caballero, cualquiera con dos sesos de frente se dará cuenta que bien poco han cambiado las cosas en casi doscientos años. En realidad no han cambiado nada en los últimos cinco milenios, por poner una fecha al azar. La gente es estúpida y se empeña en querer demostrarlo. Todos los días hay que ver andanadas de vagos, gandules, haraganes y gañanes que se agolpan para desgañitarse gritando "hijo puta" a alguien que no conocen, por algo que ha hecho a otra persona que tampoco conocen. Mientras tanto los negros se mueren en el mar, pero poco importa por que la nevera está vacía.

Yo puedo entender la ira de alguien frente a una injusticia, pero también es cierto que más de dos personas se transforman en populacho y se anula la capacidad individual de razonar. Se convierten en "la masa" aborregada. Y ¿quién saca tajada? Nuestros compadres vendedores de periódicos y tertulianos que lo mismo hablan de política, de la crisis financiera, de la inmigración, de corrupción, de crímenes vulgares, de educación (sin tenerla) y de repente anuncian las grandes ventajas de dormir en un fabuloso colchón a precio de fábrica. El reinado de la telemierda que mantiene a millones de personas frente a sus televisores día y noche, llenando sus cortezas cerebrales de excremento. Rayos catódicos y plasmosos que se alojan en lo profundo del córtex, dejando un sedimento que va haciendo costra, endureciéndose y anulando por completo las facultades cognitivas del individuo sometido a tantas horas de nulidad. Literalmente, mierda. Caca. Esos si que son unos hijos de puta.

Y es que en este bendito país la compasión se compra y se vende al peso. Al peso de la cantidad de titulares que puedas reunir. ¿Quién y porqué decide lo que es importante y lo que no? ¿Se dan cuenta del poder que tienen? Yo creo sinceramente que si. Que lo saben muy bien y por tanto lo explotan. Natural, todo el mundo barre para casa. Pues eso no son noticias que se puedan explotar como una mina de diamantes, coño. Luego vienen haciendo autocrítica con cosas que no vienen al caso, para inmediatamente volver a lo mismo. Y así, han acostumbrado a todos a quedarse alucinados frente a la tele. A devorar de forma compulsiva toneladas de basura. Los defensores del aparato me dirán que me equivoco y yo que son ellos los que se equivocan, por tanto no entraré en debates que no llevan a ninguna parte. La conclusión es que aunque el hombre pueda ir a la Luna, o fabricar robots que te hagan una patatas a la riojana, nada cambiará hasta que se eduque a la gente como es debido. Eso si que es una utopía. País de burros.

domingo, 8 de febrero de 2009

DEEP, DEEP, DEEP

Me encontraba en la parte trasera del jardín, tumbado en el suelo. Sin motivo aparente empecé a balancearme sobre mi espalda, y tomándole el gusto a esa sensación y de una manera pausada y progresiva me desprendí de mi ropa y acabé revolcándome con saña. Mi piel se cubría de hojas, ramitas, piedrecitas y terrones de tierra. Salía sangre pero no sentía dolor. Poco a poco se fue haciendo un agujero en la tierra por el que , cual avestruz, introducí mi cabeza luego mis manos, que empujaron dando paso a mis brazos, hombros, cuerpo piernas y finalmente mis pies, que se despidieron de la superficie con un aleteo como de morsa.

Se hizo la total oscuridad pero, aún así, de alguna manera podía ver lo que había a mi alrededor. Había raíces, zanahorias a medio crecer, lombrices y escarabajos. También había topos, topillos y topetes. Hablaban a grito pelado de que si unos eran unos fachas y los otros unos sucios socialistas. Seguí mi camino sin que estos se percatasen de mi presencia, no queriendo meterme en asuntos de tipos que no pueden ver más allá de la punta de su nariz. Seguí cavando más y más profundo y vi comadrejas, hurones y tejones dándose un festín con la carroña que habían encontrado en la superficie.

Mis ojos se llenaron por completo de tierra y mi piel al desnudo se estremecía con el contacto de la dura y fría roca. Ya no veía nada más que la inmensa oscuridad, pero seguía con mi avance. Como guiado por una extraña determinación. Dejé todo a la merced de una extraña intuición que había aparecido con rabiosa intensidad tan solo unas horas antes. Mi cuerpo se iba transformando lentamente y notaba como me iba creciendo vello, fuerte y oscuro, por todo el cuerpo. Mi nariz se tornaba larga y húmeda y mis manos parecían pezuñas, que incansables seguían trabajando y trabajando abriendo un túnel en la oscuridad. En un recodo del camino encontré una pequeña gruta en la que, sentado en una roca, se hallaba Julio Verne con un cartel que decía "Al centro de la tierra" mientras con su pulgar hacía señales en la dirección hacia la que yo me dirigía. "Pensé que estaba muerto", dije yo " de eso nada" contestó el sin más.

Seguí mi camino. Empezaba a sentir un calor que me llegaba a embriagar y, sediento, aceleré mi marcha. Al final llegué a una gran sala de forma esférica de color amarillo brillante. Allí, como flotando en el vacío había una mesa de madera en la que jugaban a las cartas ni más ni menos que Cristo, Buda, Shiva, Zaratrusta, Moises y Mahoma. Al otro lado de la sala, aquel que parecía ser Vhisnu apretaba palancas, botones, atendía llamadas, vigilaba pantallas, mantenía encendido un fuego y recitaba en voz alta versos sagrados. "Hola, qué tal majo" dijo Buda "hacía tiempo que no recibíamos visitas. Si quieres te explico como funciona aquí todo, en lo que llamamos la sala de máquinas, y así puedes seguir tu camino cuando antes" De mi boca de ratón no salió ni una palabra.

" Aquí nos reunimos las divinidades y nos jugamos a las cartas quién tiene que trabajar. Es decir mantener una lucha con el hombre para que no destruya lo que tanto nos costó crear. Pase que ya no crean en nosotros, solo en ellos mismos, pero tampoco es plan de que se lo carguen todo, así, a la brava ¿no te parece, pequeño? Así que el que pierde en la partida le toca trabajar y el que estaba antes descansa. Ya ves que es un trabajo sufrido. Mira, mira... " En aquel momento quise hacer muchas preguntas, pero nada salió de mi boca y fue amablemente invitado por mi guía a abandonar la sala pues estaba interrumpiendo su juego y llevaba además una buena mano.

Salí de la esfera y volví a la oscuridad y a la tierra. Empecé a cavar de nuevo con decisión, con la firme intención de llegar a las antípodas, pasando de largo por una estatua de George Orwell, tipos vestidos de blanco que hablaban sosegadamente del fraude millonario que suponía para los ciudadanos el uso de energías renovables como la solar o la eólica, de nuevo hurones, topos, lombrices, raíces y...Desperté en el jardín. Era de noche y la luna creciente me saludaba. estaba desnudo, cubierto de tierra mezclada con hierbas y sangre producidas al parecer por haber estado durante horas revolcándome salvajemente por el suelo en lo que pareció ser, al final, un sueño de carácter iniciático, o quizás tan solo lisérgico.

miércoles, 4 de febrero de 2009

GO MILKING

Un saludo a los presentes en la sala. Encantado de volver a verles. Es para mi un placer estar de nuevo aquí para presentar otra prueba más, de esas que echaremos a la montaña que ya tenemos, del fiasco social en el que vivimos. Otra prueba más del estado de ingravidez subnormaloide en el que orbitamos de forma absurda pero inexorable hacia nuestra propia destrucción. Y no hablaremos hoy de crisis económica ni de política. Hoy hablaremos de la concepción del mundo que predomina en Occidente y como esta sirve de palanca que lanza una serie de resortes que nos conducen a la grave crisis política y económica que hoy nos azota. Y si no lo digo no me quedo a gusto. Pero pasemos al meollo del asunto.

Notición. Estaba yo sentado en mi sofá, apurando una colilla, cuando sueltan una noticia bomba en contenido, pero atómica en cuanto a las formas. Noticiario de telecaca, domingo a eso de las 21:09 de la noche, para ser preciso. Transcribo de memoria." Unos científicos de la Universidad de Glasgow han descubierto que si a una vaca se le canta mientras se la ordeña produce más leche. Quién nos iba a decir que estos animales también tenían su corazoncito" Sonrisa de panoli, mirada de póker y adentro bodrio-noticia. Pero yo no veo a ningún escoces con su kilt canturreando a las vacas. Solo imágenes atroces de vacas, tubos, establos mal iluminados y escoceses probablemente bolingas.

Bien. Aparentemente una gilipollez más de telediario, pero esa noticia a mi me dice dos cosas. Una es que no hace falta un estudio de ninguna Universidad, solo preguntar a algún aldeano. Ya lo decía Delibes en "Las ratas", si le hablas a la vaca mientras la ordeñas, da más leche. Natural. Se relaja y suelta más. ¿Para que un estudio? Hay más sabiduría ahí fuera en los pueblos y en los campos acerca del mundo animal y la naturaleza que dentro de universidades para cabezas cuadriculadas y cerebros con corbatas blancas.

Pero lo que me asusta son las maneras del redactor de turno. "Corazoncito". Sorpréndanse señores espectadores quizás descubran que los animales tienen sentimientos. La idea Occidental del mundo animal y la naturaleza es que este es su coto de caza particular y todo lo que en el hay está puesto para su uso particular. Ya sea un uso o un abuso, pues somos demócratas, tecnócratas, más avanzados que nadie y estamos en posesión de la verdad. Y así, los niños piensan que la leche y los huevos salen de la nevera y la ternera del congelador. Y así nos va. Hemos perdido el respeto por la naturaleza y estamos tan desarraigados que lo mismo nos da una cosa que la otra. Ya no hay respeto por el orden natural, ese que dice que en el fondo el hombre y la tierra forman parte indivisible de lo mismo y han de vivir en armonía. No, no la hay si hay dinero de por medio. Esta es la mentalidad irrespetuosa y devoralotodo que nos ha llevado a esta situación, que algunos ya califican de postapocalíptica. Ni más ni menos.

Pero antes de que nos vayamos a descorchar una botellita de vino para celebrar la nueva decoración del local, me gustaría hacer una puntualización. Yo no niego el progreso ni los avances ni le negaré un vaso de leche al que quiera beberla. Allá el si no se ha dado cuenta de que somos los únicos mamíferos que una vez destetados siguen bebiendo leche...Lo que es una lástima es la total desconexión entre nuestra cultura, civilización o como la quieran llamar con la madre tierra. Si una bomba o un cataclismo acabase con todo y solo quedasen unos pringadillos, no tendrían ni la más remota idea de como extraer el alimento de la tierra. No entenderían que al apretar botones o insertando dinero en oquedades o sacando trozos de plástico de la cartera no apareciese comida como por arte de magia. Morirían desconsolados, o tendrían que ir a buscar a aquellos que no olvidaron lo que son ni de donde vienen. Pero ¿dónde están?.

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