martes, 30 de junio de 2009

TIME

Kicking away the moments that make up a dull day…” El tiempo, para algunos invento cruel y nefando, para otros piedra angular y eje de guía de la vida. Sobretodo de la vida Occidental. Base de una idiosincrasia que considera todo aquello que no sea productivo como una pérdida de tiempo, si se me permite expresarlo así. Yo pienso que existe el Tiempo, como una verdad inmutable y que es posible medirlo en términos humanos y a una escala práctica. Pero en el fondo es como la muerte. No tiene piedad, a todos nos iguala y el siempre prevalece. Es el conquistador eterno pues nadie puede vencerle, por mucho que se empeñen algunos testarudos.

Pero es ese tiempo cotidiano el que me interesa ahora, y es sobretodo el que interesa a aquellos que han tejido la tela de araña en la que nos vemos atrapados. Aquellos que han creado los horarios sabiamente combinados entre las rutinas del trabajo y del abastecimiento de servicios, básicos algunos, superfluos otros, para mantenernos atrapados en el tiempo. Los que han creado esa necia cultura del ocio. De pasar las horas con videojuegos, con la telecaca, bien aprovisionados de mensajes publicitarios y tontas melodías que se agolpan en nuestras cabecitas y nos impiden realizar la más noble de las tareas: pensar. Ser capaz de distinguir la realidad de todo aquello que es falso. Que es invento. Que es tan solo apariencia. De lo que nos confunde. La niebla de Urizen, la desgracia de Neptuno, el maya hindú.

Para ello se han valido también del trabajo. De un sistema en que la gran mayoría de los empleos, pues ya no existen los oficios, se basan en el desconocimiento absoluto del fin y del conjunto. Es como cuando los espías cifraban los mensajes por partes, de tal manera que en realidad ninguno de ellos conocía el sentido completo del mensaje. Tan solo la cabeza pensante y que dirigía el cotarro conocía lo que se iba a transmitir. Y para compensar tan insulsas vidas e impedir una rebelión fruto del tedio, el aburrimiento y la ignorancia se ha establecido ese sistema cronófago. Para evitar que las partículas del conjunto no se mezclen demasiado, no tengan actividad cerebral que lleve a una reacción en cadena.

Pero de todo esto ya habló Michael Ende en su novela, aparentemente infantil, “Momo”. Eran los hombres grises los que acumulaban el tiempo de los demás, para luego fumarlo. Empujaban a la gente a una vida ajetreada, como la de hoy en día en nuestras ciudades. Ese es el hueso de la madre del cordero que se cuece a fuego lento en los pucheros urbanitas de la moderna sociedad. Nos empujan, abusan de nosotros, nos bombardean con productos que no nos pueden faltar, con conductas que tenemos que seguir si no queremos ser tachados de retrógrados y marcados como apestados sociales.

Me pregunto si los imaginó grises porque estaban muertos como la ceniza. O si es porque eran fríos y grises como la roca. O si es porque tenían ese color del cielo tormentoso que no presagia nada bueno. Gris como el humo fétido que invade las ciudades y nos inunda hasta el tuétano. Quizás los imaginó grises como metáfora social. Si, quizás. Grises como la pluralidad. Grises como la impuesta igualdad entre hombres y mujeres. Grises como los presuntos sistemas democráticos, que no funcionan porque el pueblo elige a sus líderes a su imagen y semejanza y la gran mayoría es en el fondo ruin, mezquina y sobretodo fácil de corromper. Pero lo cierto es que, en este mundo ya tan gris y tan muerto, está todavía en nuestras manos decidir qué hacer con el tiempo que nos queda. Y ser consciente de ello es el primer paso...thought I´d something else to say.

domingo, 14 de junio de 2009

IDIOT TAX

Me gustaría disponer de un arma. ¿Un cuchillo, una balloneta, un arco, una ballesta?. No creo que no. ¿Qué tal un florete, una espada? ¿Un estilete quizás?. No, nada punzante o cortante. Una pistola. No espera, una escopeta. No mejor no. ¿Una metralleta? Si, hombre, de esas que llevaban los gangsters en los buenos tiempos de la ciudad de Chicago. No... Ya lo se. Un rifle. Uno de los cojonudos. De esos de asalto, con mirilla telescópica láser. Donde se marca con una crucecita el objetivo y...¡ Zas! Das en el blanco y asunto resuelto. Si, gracias póngame dos de esos y municiones para un Invierno en Estalingrado.

El coche lleva tuneadas hasta las arandelas de la caja de cambios. Es morado y de su equipo de música último modelo sale un ruido infernal creado sin duda alguna por el mismísimo Lucifer. ¡Boom, boom, boom! Maldito necio. Y encima lleva las ventanillas bajadas. Desde el salón de mi casa oigo como se detiene momentáneamente en el stop que está justo debajo de mi ventana, primer piso por más señas. Sin dudarlo cojo mi fusil de asalto, abro la ventana, subo la persiana y disparo. Reviento primero sus ruedas y luego los cristales tintados. Amigo, has trabajado como un idiota, y lo que te queda para pagar tu estúpido coche, y ya ves lo que te va a durar. En cuanto baja del coche le suelto un tiro en la cabeza y cae desplomado como una marioneta. Buff, que descanso. Se acabó el ruido.

Ya está otra vez aquí el imbécil de la motocicleta. Le da al puño del gas con rabia porque si no se le apaga el motor. ¡ Brun, brun, bruuuuuun!. Dios, si esperas a tu novia en la esquina, ¿no podrías apagar tu ruidoso motor y encenderlo luego? No, porque eres un hijo de puta y un desconsiderado. De nuevo me pongo en posición de combate y en un abrir y cerrar de ojos le lleno de plomo las ruedas. Se quita el casco, confuso, momento que aprovecho para meterle un tiro entre las cejas y observo como cae al suelo con la cabeza abierta como un melón maduro. Se acerca su novia corriendo y gritando y acabo con su vida, no vaya a ser que se le ocurra encender ese trasto del demonio.

Me importa un bledo si eres sudaca, negro, latino, africano, blanco o simplemente idiota. Pero me jode estar durmiendo y escuchar por la calle como esos panolis se pasean con sus móviles por debajo de mi casa haciendo sonar sus politonos y canciones obscenas a todo volumen para que todos observemos su mal gusto musical. Existe una cosa que se llama audífono, más conocida como cascos. Y sirve para que solo "tú" escuches la música. Es sábado por la noche y la calle se llena de estos especímenes, así que en lugar de dormir me visto de negro y me parapeto en la ventana. ¡Pam! Uno menos. ¡Pam, pam! Así aprenderéis. ¡Pam, pam, pam! Si es que os lo ganáis a pulso...

Párrafo aclaratorio:

Queridos amigos y simpatizantes de nada. Lo anteriormente escrito es solo una metáfora de mi rabia ante la estupidez. Solo quiero aclarar que de momento no tengo intención de cometer asesinato alguno y mucho menos hacerme con un arma de fuego. Es conocida mi afición a decir:"la gente es idiota y nunca me cansaré de repetirlo" y en efecto no me canso. Pero no por eso justifico la matanza de inocentes. Este es el mundo moderno y el precio que hemos de pagar por el progreso y la tecnología es el ruido. Es la pérdida de nuestra paz, de nuestra tranquilidad, de nuestro sosiego. Somos una sociedad que no conoce el silencio. Y eso es una tragedia y un precio muy alto. Y ¿qué hace nuestro querido gobierno, siempre tan dispuesto a velar por nuestros derechos, nuestra salud y nuestra libertad? Pues en lugar de preocuparse por crear un sistema educativo que funcione, razonable, serio, de donde salgan ciudadanos respetados, respetables y respetuosos, gente culta, educada y cordial y así evitar que ocurran cosas desgradables, lo que hace es otra cosa: Nos sube el impuesto del tabaco.

viernes, 5 de junio de 2009

FOOL´S DAY (Jornada de reflexión)

¡ Camaradas! ¡Compatriotas! ¡ Conciudadanos! ¡ Compañeros y simpatizantes!. Ha llegado la hora. La hora de ponerse en pie, allí, plantados sobre los cuartos traseros. De llevar nuestra dignidad colectiva a una posición vertical completa, para que los rayos del sol reflejen sobre ella la verdad. Una verdad tierna, dulce y profunda que todos albergamos en nuestros corazones, menos aquellos que lo tienen negro. Tan oscuro y tan podrido que se comporta de tal manera que absorbe toda la luz y es incapaz de reflejar nada. Tan solo ira, mentiras y más mentiras. No os dejéis engañar por aquellos que solo piensan en su propio beneficio.

¡Estimados amigos! Por todo ello os pido que, en un acto solemne, os pongáis en pié y acerquéis la mano a vuestro pecho y comprobéis si todavía os late el corazón. Y si notáis ese pálpito de vida, ese rumor interno, que sale de dentro de vuestro pecho, entonces alzad conmigo la voz y cantemos de alegría. De puro jolgorio. De la fiesta de la democracia. Yo, amigos, os pido tan solo un voto. Un voto de confianza, depositado en la urna con el corazón, y no con la cabeza. Un voto para construir un futuro más sólido en el que todos nos abracemos y vivamos juntos en paz y en armonía, pues es lo que nos merecemos. Un voto de luz, para dejar atrás un periodo de oscuridad y mirar hacia adelante con esperanza, unidos todos en un abrazo final.

¡Compañeros de viaje! Desde esta mi humilde posición, que me convierte a vuestros ojos en privilegiado, os pido que me ayudéis a conseguir este noble objetivo, que enriquecerá nuestros horizontes, mis bolsillos y los de mis amigos. De la misma manera que mis rivales, no tengo principios. Pero si finales. Yo nunca os mentiré ni os engañaré, tan solo ocultaré las partes más innobles de mi tarea. Pero, ¿acaso es delito ayudar al que está necesitado? Y si mi cuñado es fontanero ¿no va siendo hora de cambiar las tuberías del palacio presidencial?. Y si la gran final del mundial se juega en Roma ¿ no va siendo hora de planificar una visita al Santo Padre, de cuyas bendiciones y plegarias estamos tan necesitados en estos días aciagos?

¡Camaradas! Acudid en masa a las urnas, y, si no es así entonces que no vaya nadie. De esta forma, con mi voto, el de mi mujer, el de mi perro que se llama Lalo, que también está censado, nos aseguraremos un futuro que nos merecemos. Que me lo merezco yo, y todos vosotros. Quiero que seáis testigos de mi disfrute. Que veáis mi vida como si fuese una película. En este plano bajo del avión, y solemne escucho el himno de nuestra rojigualda mientras pienso si en el hotel habrá taza turca o retrete normal. Quiero que me veáis feliz. Por que solo así sabré que vosotros lo sois, pues eso es lo único que importa. El camino es duro y arduo. Hay que ser persistente y abandonar muchas cosas. Yo, por ejemplo renuncié a toda mi dignidad para estar hoy aquí, reunido en hermandad con vosotros.

¡ Amigos! No me falléis en estos momentos de necesidad y yo prometo no dejaros de lado cuando las cosas vayan bien y no existan problemas ni preocupaciones. Quiero que veáis en mi no a un hermano. Sino a un padre. Cuando miro atrás en el tiempo, solo me arrepiento de no haberme afiliado al partido rival, pues descubrí ayer que sus dietas son mucho más generosas. Pero eso ya no importa. Lo que importan son los ideales. Por eso los hemos importado todos. De esta manera os pido una vez más. Os ruego de forma encarecida. Os suplico que por favor, por vuestra vida y la de mi fiel perro que os unáis a nuestra causa. Que votéis con fuerza. Con tanta que las urnas salgan volando por las ventanas y todos los ciudadanos sean partícipes de mi triunfo, que es solo vuestro, aunque el disfrute de tan ventajosa posición sea solo mío. Y como último recurso os diré. Votar, aunque solo sea para que no gane el otro. Y ahora todos juntos. Un, dos y un, dos, tres: ¡Mierda!

contador de visitas