martes, 2 de marzo de 2010

INSTINGTLY THINKING

Cuando pido un 31 sin huevo se me alegra el alma. Con huevo no es lo mismo, lo he comprobado. La yema explota sin previo aviso y chorrea por todas partes, empantanado con su sabor el lomo de marrano chino, el tranchete disfrazado de queso y el pimiento almeriense frito vuelta y vuelta. El secreto, todos lo saben, está en el pan. Normalmente ya llevo unas cañas encima cuando lo pido, por lo que cuando efectivamente me lo como, ya me he pimplado otras dos. Esto me da una perspectiva muy diferente del asunto además de cierta voracidad por lo que no me comporto como un gourmet precisamente. A dentelladas lo devoro, lo machaco a golpe de muela y lo trituro con ira canina mientras las cañas empujan los bolos alimenticios esófago abajo rumbo a la panza: objetivo bajo vientre y tormenta rectal. Así es la vida amigos; los asuntos humanos más urgentes e inmediatos se dilucidan siempre en esa zona del cuerpo. Uno nace, crece y se desarrolla en ese lugar familiarizándose ya con tripas, recipientes para líquidos y gases hasta que es expulsado al mundo exterior. Una vez fuera, la mayor parte del tiempo hasta que el azar, el tiempo o una instancia superior lo requiera y toquen las campanas a difunto, se dedica a resolver asuntos relacionados de forma directa o indirecta con el vientre y alrededores.

La eterna búsqueda para la satisfacción de ese territorio lleva al hombre a la cumbre y al abismo. Las grandezas y las miserias de esta raza se fundamentan en ese flujo de entrada y de salida. En esa fricción a veces malvada, gozosa las más. El hombre como el mundo tiene su propio campo magnético y de la misma manera que las líneas de fuerza fluyen del polo Sur al polo Norte, esto es: el ano y la boca, circulan sin cesar en torno a ese centro magnético unas fuerzas misteriosas, que lo hacen de igual manera sobre ese impulso vital escondido en el epicentro humano: abdomen, panza, bajo vientre, intestino, ano y uretra, depósito seminal y trompas de Falopio. Un jaleo de combinaciones alfanuméricas destinadas a la satisfacción mundana y a la procreación. Nuevos centros del mundo se extienden a cada instante tejiendo la tela de un nuevo sistema gravitatorio humano donde unos se atraen, otros se repelen y otros chocan y mueren.

Todo esto no lo pienso ni lo intuyo en el instante en que mis jugos estomacales se ceban con el lomo, montan la de San Quintín con el pimiento y transforman el pan en nutritivos almidones y azúcares. No, lo veo nítidamente sin tener que pensarlo. Lo veo por el hueco que queda en medio de la barra entre la cafetera y la caja registradora cuando manos viejas y arrugadas arrastran patatas al alioli hasta bocas de encías desgastadas. Lo observo en la mirada inquisidora proyectada sin disimulo de arriba abajo desde unas gafas viejas en dirección a un cuerpo de mujer, joven, atractivo, inmune todavía a la fuerza de la gravedad. Lo veo en pantalones apretados de mujer que embuten dos jamones que se pasean respingones de un lado a otro, de la barra a la tragaperras y del baño a la barra buscando provocar con un contoneo que sobrepasa la línea de la simple sugerencia. En escotes pronunciados y medias de colores, en rollitos y platos de jamón, en la cerveza de importación que el camarero esconde debajo de la barra y la sorbe a largos tragos cuando piensa que nadie le está mirando y en la mirada desconfiada del oriental que revisa cada cierto tiempo la caja y va sacando los billetes de 50 que utiliza después como señuelo para atraerse compañía.

Pan para los dientes de la gente sean estos de leche o postizos, pitos y chuflainas que andar tocando, entretenimientos de barra y alzada de miembro viril. Así pasan los días, así pasa el tiempo, dejando su fina capa de polvo que va perfilando el carácter de aquellos sobre los que se posa. Unos se resisten, otros se dejan llevar, otros ignoran por completo los sencillos mecanismos que hacen de timón en sus vidas, los frágiles cascarones que hacen de barco y los cambiantes vientos de los acontecimientos, que en ocasiones y de forma inesperada trastocan el rumbo establecido por lo cotidiano, la costumbre y el miedo al cambio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

31 SIN HUEVO CREW!!!!!

VIVA EL 31!!!!



SIEMPRE FIELES!!!!!

BOCADILLO OFICIAL DE LA AJUE!!!!


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