domingo, 14 de marzo de 2010

SPAIN? NOT YOU...

De pronto la sociedad del videojuego, la sociedad de lo falso, de lo irreal, de lo virtual, de lo supletorio, de lo fácilmente sustituible, del modelo de vida urbano, la sociedad de la mentira, la que conforma una civilización que vive en su gran mayoría a miles de años luz de la vida real entendiendo esto como el mundo, la tierra, el agua, la sociedad del compartirlo todo a costa de no tener nada, la sociedad de los individualistas y egoístas que tienen un pavor atroz a encontrarse en soledad, la sociedad cuyos individuos no pueden de ninguna manera estar solos sin hacer nada, la sociedad que necesita constantemente un estímulo externo sea este el que sea para no pensar ni por un solo instante, la sociedad que dio por malo el yo solo soy yo cuando estoy solo, la sociedad que a fuerza de estos comportamientos se ha olvidado ya de pensar, la sociedad que ya no sabe quién es porque no se acuerda de quién fue, la sociedad del desarraigo, la sociedad del todo vale, del yo tengo la razón, de la mala educación, del capitalismo multicultural, la sociedad de la indiferencia, de la rebeldía enlatada, la sociedad de la sopa boba, de pronto, decía yo, se acuerda de Miguel Delibes.

Lo que en esencia quisiera yo decir a este respecto es que si de verdad los representantes de nuestra sociedad hubiesen leído y entendido a Delibes, algo se les habría pegado y muchas cosas serían hoy en día muy diferentes. Esos cerdos lo han llevado a su plaza de toros para ponerse ellos la medalla. Qué gran labor esperar a que mueran los grandes hombres para luego besar las mieles laureadas de su éxito y acogotarlas en sus menudas seseras. Han institucionalizado la obra de un hombre libre llenándole de epítetos aduladores y colmándole de indulgencias sin recordar la locura que embargó al diputado que trató de convencer al señor Cayo de los beneficios de la democracia. Ah, el señor Cayo ya está muerto y ni tú ni yo recuperaremos ese mundo que ya se fue, que ya no volverá. Al hilo de lo que decía: que otro gallo habría cantado, pero ya sabemos que estas cosas siempre funcionan así y lo decente ahora es desenmascarar a aquellos miserables que cometen la bajeza de ponerse una careta y de adoptar la pose del erudito o peor aún, del respetuoso admirador.

Si estos mismos cejijuntos de orejas perforadas y gafas de pasta se encontrasen en mitad de la dehesa a ese señor de porte humilde escopeta en mano a la caza del tordo, se llevarían las manos a la cabeza, y, probablemente, acudirían a algún tipo de estrategia de provocación cuya única intención sería la de fastidiar e imponer su necia moral. Qué fácil es olvidar, que fácil ir a comprar al supermercado, que fácil es actuar siempre de acuerdo a “convicciones propias” monolíticas e inexpugnables que conducen al enfrentamiento y a la marginación del que no se adhiere a la nueva verdad. De eso no se habla porque no interesa elevar a un escritor y cazador al mismo lugar. Es necesario realizar una operación quirúrgica de propaganda para que a ese olimpo llegue el escritor pero nunca el cazador. Esta es la estúpida moral de nuestros tiempos. Visto lo visto me dan ganas de comprar una escopeta. Lo haré.

España entera es un clamor que se rinde ante lo que es evidente. Yo no diré nada que no se haya dicho ya, cada cual que agite su conciencia, retuerza su mente, avive su alma, apague el televisor, desconecte el aparato de música, tire el teléfono móvil por la ventana, corte los cables del fijo, cierre su sesión de Internet, quédese dando un portazo a solas en un rincón confortable y abra un libro, el que sea y lea, lea usted, desde aquí le animo a que lo haga. Es lo que puedo decir. Defender la literatura sin más porque los escritores ya lo hacen solos y las editoriales bien saben hacer su negocio, así que preocúpense ustedes de la literatura, pura, simple, llana, compleja, retorcida, ampulosa, hermosa y triste que llena las vidas de poesía de belleza, de sentido, que es a la vez fugaz, pasajera, ardiente, luminosa y permanente porque deja el sello imborrable de la esencia humana.

1 comentario:

Pedro Estrada dijo...

Buena entrada. Sí, señor. A mí, personalmente, Delibes me descubrió las posibilidades ajedrecísticas en la descripción humana con aquel personaje de 'El Camino' que tenía la boca torcida y al que llamaban 'El Peón' porque avanzaba hacia delante pero comía de lao.
Le felicito por el texto, Sr. Zhukovsky, pero le advierto que su afirmación respecto a la pronta adquisición de una escopeta la habrá valido sin duda la inclusión en algún fichero secreto de la CIA.
Un saludo,


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