sábado, 20 de diciembre de 2008

IS THERE HOPE? II

Vinieron desde muy lejos...Todos juntos en sus artefactos espaciales. ¡ Cacharros del espacio! En son de paz, dijeron que venían. Trajes relucientes...escafandras...tubos...rugidos galácticos. ¡ Ya se lo dije yo! ¡Idiotas! No les escuchéis. Pero mis paisanos, como necios se comportaron. Yo erre que erre y ellos nada...como el que oye llover. Europeos, se llamaban a si mismos. Ciudadano americano decía otro. Al principio nada hacía sospechar. Traían extraños objetos. Una especie de pasta dulce que volvía locos a los niños de este lugar. Pasta de color rosa recubierta por unos granitos, como de cristal, que parecían explotar en tu lengua. Máquinas extrañas...parecían recoger la realidad tras sus cristales y la convertían luego en papel. Para maravilla de todos. Desde muy lejos decían que venían. Años llevaban observándonos con complejos aparatos que según ellos les permitían observar la superficie de este planeta. ¡JA! Muerto...pensaban. Creían que estaba desierto. Un vacío de vida flotando en la nada. ¿Porqué vinieron entonces? ¿Para qué? Qué se les había perdido. Ahora lo se. Solo ahora cuando ya nada hay que hacer. Ojalá lo hubiéramos sabido y habríamos estado preparados para lo que se avecinaba...Pero nadie nos avisó. ¡Bien amables que fueron! Hacían las delicias de jóvenes y mayores con sus inventos, sus ingenios...Con sus cruces doradas...Recuerdo la primera vez que los vi. Pieles blancas y negras moviéndose con caras maravilladas por la caverna. Impresionados por el río y la cascada que fluyen hasta el fondo del planeta. ¡Ellos veían la superficie desde su hogar! Pero no se imaginaban...no podían hacerse la idea de lo que había debajo. Un mundo puro, fresco y cálido. Lleno de fuentes, lleno de vida. ¡Nosotros! ¡Qué vivíamos en paz y en armonía con nuestro entorno! Que no conocíamos nada más que la muerte que da el paso del tiempo...Nuestra tierra sagrada...manchada por vez primera con nuestra propia sangre. ¡Hasta la tierra y el agua se preguntaban qué era aquel extraño líquido rojo que salía de los cuerpos de nuestras mujeres y niños y ancianos. ¡Por dios santo! ¡Pero qué están haciendo! Porqué...esa es la pregunta. Porque recibimos esta maldición. Qué daño hicimos nosotros al universo para recibir semejante castigo...tan brutal condena. Recuerdo que la primera vez entraron acompañados por uno de nuestros jóvenes. Los habían encontrado en el exterior. ¡Qué hacían estos extraños ahí fuera! En el frío y la desolación. Nada hay ahí fuera. Pero aquí dentro lo teníamos todo. El agua...la vida...el alimento...el calor del hogar. Entonces...recuerdo que fue entonces. ¡Malditos! Yo les maldigo hoy, ayer y para siempre. Si...ellos lo vieron. Y sus ojos se tornaron piedra fría al ver el metal resplandeciente. Preguntaban inquietos qué era aquello, mientras algunos se acercaban y lo acariciaban. Ahora lo se...lo aprendí entonces. La codicia y la ceguera... Esa piedra dorada es nuestra luz y nuestro calor. Sin ella no habría vida aquí. Así lo explicaba a aquellos demonios salidos de la oscuridad nuestro guía. Pasaron muchos días en los que fueron acogidos como invitados. Les enseñamos nuestro mundo y nuestra riqueza. Metal...tierra...agua...en todo ello ponían su curiosidad. Yo traté de advertirles. ¡Lo intenté! Maldición...pero nadie me escuchó. Loco...decían ellos...estas mal de la cabeza. Otra cosa que aprendí después...la maldad...y la muerte cruel. Una noche una muchacha se despertó y vio a los extraños golpeando la piedra dorada. ¡Nuestro sol! La vida...el calor... La partían en trozos y la ponían en aparatos con ruedas. Ella se acercó para impedirles seguir dañando nuestro sol...uno de ellos la abofeteó con fuerza. De su nariz brotó la primera gota de sangre jamás vista en esta tierra. Un lamento recorrió como un grito del más profundo terror ancestral la caverna. Era el lamento de la tierra...que lloraba. Y...al día siguiente...llegó más. Mataron a muchos y la gente no sabía que hacer. Nada tenían para defenderse y los muertos fueron arrojados a la cascada infinita. Al vacío... Yo...como un cobarde...escapé. Ellos más cobardes todavía mataron a todos los hombre y mujeres. Sin piedad alguna...Y...se lo llevaron todo...el agua fue absorvida por extrañas tuberías. Ni una sola gota quedó en la cascada eterna. El aire murió...la roca y el calor desapareció...¡Solo cadáveres dejaron! Subieron a sus naves y desaparecieron. Dios los maldiga para siempre...la eterna furia divina los lleve a la mayor de las desgracias. Los conduzca a la muerte y a la extinción...Llegaron...vieron...y se lo llevaron todo. Ahora solo quedó yo. Observo el gran vacío que se abre ante mis ojos. El gran salón antes gris...es ahora rojo...de donde brotaba el agua solo queda polvo...de donde surgía el calor solo queda frío. De donde brotaba el alimento solo queda putrefacción. ¡Qué me queda a mi! Desesperación tan solo. Ya no hay salida alguna posible. Tan solo me queda el desconsuelo, la tristeza, la rabia, la impotencia y esperar a que...la muerte...venga a por mi y llené todo mi ser de olvido...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Luis, YA TEBA LUBLU


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