sábado, 19 de julio de 2008

CHEAP EXCUSES

Huele a rancio en el ambiente. A costra de faria. Huele a siniestra mentira. No hay nada peor que una mentira que nadie se puede creer. Hay cosas que un pelín de imaginación pueden pasar por verdades, pero otras...¡Quién en su sano juicio se las puede creer! Qué educación tan ruín habrán tenido para ser cómplices de ella. Y a quién culpamos de que todo huela a podrido. ¿A los de siempre? Qué frase tan manida y tan maltraída. Malparida. A todos, demonios. Todos son el enemigo y el infierno y la gamba que les parió. No les permitiremos la entrada en el jardín del edén. En el refugio Conrado.

Benditos aquellos que quieren iluminarnos con su verdad. Que solo luchan por la libertad y por la justicia y por la igualdad y por el compromiso social. Neosocialismo. Socialismo científico. Antialienación. Qué bonito es todo. Y qué correcto. En que salones de pitiminí nos movemos, dónde hay gente que piensa diferente y todos enfilan sus dedos meñiques al techo cuando toman el té. Morrallas que se creen cuatro. Mentiras bañadas en sangre y en sueños de gloria. Siempre habrá alguien dispuesto a matar. Con el cerebro suficiente para empuñar una arma y entender su mecanisco fatal. Y activarlo. Y matar. Y borrar sueños y esperanzas no de un plumazo sino de un plomazo.

Sueños de revolución. De superestados. De filosofías utópicas. Un pedante se levanta en mitad de la sala y dice. "Pero compañeros, el raciocinio es lo que nos diferencia de los animales. Es lo que nos hace humanos. Diferentes." El diablo debiera salir y llevarte, maldito. El amor nos hace humanos. La amistad nos hace humanos. Es irracional y no podemos elegir. Otro atontado que piensa que su ombligo es el más cojonudo del universo. Bendito ser humano. Ese es el problema de raiz. Que somos idiotas y no hay solución alguna. Somos unos hijos de puta de tomo y lomo y echar un vistazo a la red, a la tele, a la calle, a las tertulias de bar, a la conversación de cualquier memo en el autobús, a esta perorata barata que me da toda la razón. Y me la guardo con amor en el bolsillo hasta que alguién venga a reclamarla.

Y se la daré a quién me demuestre que estoy equivocado. Es cierto que el capitalismo es voraz y el consumismo totalmente aberrante. Despreciable. Es el totalitarismo en el que estamos inmersos. Visiones fugaces de libertad. La libertad de escoger teléfono móvil. A eso nos reducen. Pero qué no lo es. Qué sistema o qué país en el mundo no ha hecho todo lo posible para acaparar poder y riquezaen las manos de círculos reducidos. Aplastando y marginand a los demás. Nadie. No os engañéis.

Es triste la verdad. Y es más triste aún no poder ofrecer una solución factible. Pero no tengo fe. Tengo fe en un nuevo amanecer en el Hotel. En despedir los días con alegres borracheras que nos hacen olvidar y recordar. En la locura insana e infantil que nos libera durante un ratito al menos de la decadencia espiritual y de la falta de fe y de soluciones.

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