martes, 8 de julio de 2008

SOME PEOPLE DIES, AND SOME NOT

Es de verdad increíble. Ni más ni menos que, quién ha vuelto a nuestras pantallas, periódicos, vallas publicitarias, páginas y páginas de nefastos periódicos que basan sus ingresos en la publicidad. Quién. Cutremente doblado al castellano se presenta con gabardina y melenilla. Y cómo no con su espada. Solo puede quedar uno. Y es Christopher Lambert, ¡claro que si!. Inmortal. Solo muere si le rebanas la cabeza. Qué simpático resulta el mundo televisivo. A finales de los 80 y principios de los 90 todos disfrutamos con aquella famosa saga de un caballero escocés, condenado por siempre jamás a no morir. Una tragedia. Pero desde luego el tío se aferra a la vida como el que más. No da su cabeza a torcer, por así decirlo. Es un tío tozudo. Y cuando ya nadie se acordaba de el, algún publicista nostágico decide poner su cara para vendernos coches. Pero no es Christopher Lambert. Es un inmortal. Y cansado de la vida perra, decide dar el salto al mundo de la publicidad. Qué tedio de vida tener que fingir tu propia muerte cada cierto tiempo. Dejar a todo el mundo atrás pudriéndose en el suelo o en el fuego.

Coming backs, revivals, son cosas que siempre dan juego. Apelan a nuestros recuerdos borrosos de la infancia delante del televisor para recordárnos como molaba ser inmortal, y que montado en sus coches, pues casi seguro que te sientes como un inmortal. Pero ¿no eran los accidentes de tráfico una de las principales causas de mortalidad? ¿O era el tabaco? Me gustaría ver a McCloud o McDonald o como quiera que se llamase anunciado cigarrillos. Le pegaría bien Clan. Aromático tabaco para fumar en pipa, cuyo logo es un tartan escocés. Bailar con kilt en la cima del castillo de Edinburgo es uno de mis sueños más recurrentes, últimamente al menos.

Pero en eso se va a quedar. En un sueño, y todo porque cuando estuve allí no tenía dinero suficiente. Tuve que elegir. Y escogía emborracharme y deambular por la noche por las estrechas calles de Edinburgo. Manos sucias y grasientas después de engullir Fish and Chips con asombrosa celeridad. Calles de piedra brillante empapada en fresca lluvia. Y yo allí. Sin saber que algún día desearía volver. A bailar en kilt y a brindar con Christopher Lambert por su inmortalidad tan a pulso ganada. Al menos más que Warren Beatty. El bastardo.....

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